martes, 2 de diciembre de 2008


De: Carlos Burgos Q.


NO DISCO: LA PRIMERA DISCOTECA NEW WAVE EN LIMA

Aquella primera generación New Wave que asistía a fiestas particulares se trasladó a un local llamado No Disco ubicado en un sótano de la calle Schell, frente al parque Kennedy. Aquella fue la primera discoteca de la movida limeña… en pleno 1979.Aquella esquina de la calle Schell y Los Pinos en donde ahora está La Casita, era un lugar muy concurrido por los adolescentes de entonces... En la acera del frente estaba el primer Pinball que apareció en Lima... Y a la vuelta el Bowling… un sitio obligado a frecuentar. El parque Kennedy tenía el grass hasta más arriba de la rodilla y por cierto, había muchas ratas. Al costado de lo que ahora es La Casita, en donde están los baños públicos, en ese pasaje recuerdo que había toda una zona en donde vendían anticuchos y el lugar atraía de lejos debido a sus neones verdes y al humo incesante. Junto a ese lugar había una discoteca que llamaba mi atención por algún motivo... de hecho debe de haber sido por la gente misma. Recuerdo que en la puerta había un viejo maniquí siempre con el mismo vestido... un letrero y luces de colores alrededor. Estuve parado en la puerta más de una vez. Tenía 14 años. No pude disfrutar del lugar...

Por entonces las discotecas limeñas optaban por tocar Funk, Soul, High-Energy y en general, la llamada música Disco, es decir, la música de discoteca. En oposición a ellas surgió la No Disco. Los responsables de la existencia de aquel lugar fueron el ‘chino’ Mañuco y Edie. La esposa de Mañuco era una aeromoza neoyorquina quien se encargaba de traer los discos en sus continuos viajes. Tenían una gran colección de vinilos. Aquel lugar le dijo NO a la música Disco y sería la semilla social para la generación del cambio. Un lugar fuera de lo común, inclusive por la propia actitud de su gente. Fue el primer point de moda y vanguardia en Lima, lugar en donde se podía socializar con gente de similar inquietud por la nueva música. Por entonces se decía que quienes andaban metidos en lo de las nuevas corrientes británicas, todos se conocían entre sí. Se trataba pues, de una elite aún algo compacta.Las palabras de mi amigo Martín Chaquí (un asiduo concurrente al lugar) son elocuentes…“La No Disco abría de miércoles a sábado. Era costoso entrar… y difícil. Se tenía que hacer cola en la calle. Por cierto, cola muy atractiva ya que estaba compuesta por las chicas más bonitas que puedan imaginarse y por supuesto, la mayoría vestidas al New Wave Style, es decir como Go-Go Dancers, con extra-minis y medias con franjas horizontales, zapatos dorados o plateados, sin tacos, como los de ballet. Todo era alucinante. Era como ir a una discoteca de Marte. Algo realmente nuevo para cualquier adolescente de entonces. Y tengo razón en decirlo ya que cuando uno entraba, las paredes estaban pintadas en cuadrados blanco y negro, como un tablero. Los dos mozos (los hermanos bolas de Jesús María) bailaban cuanta canción les provocaba con los azafates en la mano llenos de cerveza. Era el único sitio en donde se encontraba una pantalla gigante a colores en esos años. Y en la cabina dos DJs. Un hombre y una mujer. Hablo de Napo, otrora glorioso pionero en el genero, maestro, atrevido y desvergonzado para poner música, cualidad que lo hizo calificar inmediatamente para un lugar de esas características, un lugar al que concurría público exigente y excéntrico que tenía mundo y que viajaba. Conocían de música… a Napo lo asistía una colombiana con una mascara de monstruo alucinante. Ella también trabajaba para No Disco como DJ… Ver los discos de todos los colores y de todas las etiquetas inimaginables junto con sus portadas, era indescriptible. Todo era vinilo. Los parlantes JBL, y los tornamesa Lenco, suizos, con agujas de diamante y contrapesos...


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